No quiero asumir una posición paternalista, pero me da la impresión de que hay cosas que la sociedad no termina de entender. Una de ellas es el peligro del avance del Estado sobre las otras instituciones básicas de la sociedad, como el Derecho.
Hoy, ese avance se ve reflejado en el conflicto entre el Gobierno y Clarín y La Nación (principalmente el primero). Pero la gravedad del asunto va mucho más allá. Hay límites que, cuando se quiebran, no se pueden restaurar. Que un Gobierno decida hacerle una guerra sucia a un medio no afín no es joda. Si Clarín y La Nación mienten –alguien duda de que lo hacen?-, el Gobierno lo tiene que demostrar. Pero no lo hace, simplemente se limita a responder con una serie de agravios de bajísima categoría y a lanzar denuncias basadas en evidencia difusa y totalmente tirada de los pelos.
El oficialismo rompió un límite; se rebajó de su condición de Estado para tirarse de las mechas con un grupo de entes privados, poderosos, pero que no son Estado. Alguien ya hizo algo parecido y trajo como consecuencia 30 años de inestabilidad política e institucional. A alguno le sonará, se llamaba Juan Domingo Perón y buena parte de los dirigentes políticos más nefastos de la historia argentina han jurado hablar en su nombre y memoria. Y se necesitó de una Dictadura sangrienta para comprender que todo esfuerzo valía la pena si se orientaba a retomar la normalidad institucional. A volver al Estado de derecho, en otras palabras.
Retomando la línea, hay límites de los que no se vuelve así nomás. Hoy, el Gobierno está destruyendo a pedazos el rol del Estado, y su separación de lo privado. El conflicto con Clarín, el Fútbol para Todos, los aprietes a empresarios, todos son avances sobre áreas que no le competen. Nos dirigimos a un nuevo Estado argentino, que siente que puede enfrentarse a todo aquello que lo afecte negativamente, incluidas otras instituciones básicas en toda sociedad decente. La concepción de que el Estado es una especia de soberano absoluto, y no un cuerpo administrativo. La pretensión de que la política sea más fuerte que el Derecho.
También vemos, por ejemplo, el apoyo de Cristina a la protesta de los estudiantes contra el Gobierno de Macri. Supongo que nadie duda del compromiso de este blog con la calidad de la educación. Pero yo no puedo apoyar a un grupo de pibes que reconocen abiertamente que su máximo objetivo es que se vaya Macri, que fue electo democráticamente, igual que Cristina. Encima algunos medios se lo festejan. Después es la derecha la golpista. Somos un país muy hipócrita.
Hoy muchos celebran que el Gobierno rompa los límites, porque eso se hace para actuar en función de objetivos que comparten. Está bien que ataquen a los medios que “le hacen el juego a la derecha” porque se consideran de izquierda (izquierda… dejame de joder… a ver si alguna vez las políticas de izquierda logran llevar a una país al desarrollo, por ejemplo). Festejan también que se avance sobre el BCRA, porque el BCRA es malo y derechoso, y no entiende que la inflación no tiene nada que ver con la expansión monetaria (difícil de creer que ese nivel de ignorancia persista en el siglo XXI… mérito de la UBA, no doubt). Está bien, de nuevo, que se le haga lo que se le hace al Gobierno de Macri. Pero la protesta del campo era poco menos que un golpe militar.
A la gente que hoy festeja estas cosas, yo le pregunto: se creen que no van a pagar los costos? Página 12 se cree que si el próximo gobierno es no kirchnerista, no lo va a hacer mierda, como hoy pretenden hacer con Clarín? Se creen que a alguien le va a temblar el pulso para modificar, otra vez antojadizamente, la Carta Orgánica del BCRA? Se creen que no se va a modificar de nuevo la ley de medios para volver a inclinar la batalla, esta vez para el otro lado?
Toda esta gente que hoy festeja los métodos kirchneristas porque está de acuerdo son sus objetivos es, por lo menos, miope. No entienden que le están dando carta blanca al Estado, que se está validando la sentencia de que el fin justifica los medios. Hoy, esos fines les gustan, y mañana?
Estoy caliente con este tema, y eso que vengo de gozar in situ el 4-1 a los campeones del mundo.... poné a Casilla la puta que te parió, poné a Casillas...
Hay lugares desde donde no se vuelve. Y yo veo una línea histórica coherente entre el Menemato, el interinato de Duhalde, y la pareja gobernante.
ResponderEliminarPersisten en gobernar como si no hubiera mañana, a la Luis XV.
El institucionalismo debe cargar con estructuras burocráticas anémicas y colonizadas. Cuando tenemos algunos jueces josé servilleta, el INDEC, el COMFER y otros organismos de gobierno, no es de extrañar su poco atractivo para la gente.
Mientras tanto, el mundo sigue pasando tiempos de grandes cambios, con peligros y sus correspondientes oportunidades.