Ninguna persona ni ninguna sociedad eligen los golpes que reciben. Sin embargo, es un ejercicio voluntario la manera en que encaminamos, en este caso, la muerte de un ex presidente, y un líder político.
En este sentido, y como creo innecesario aclarar mi visión hacia la gestión kirchnerista, me gustaría compartir algunas ideas que me surgieron durante esta mañana.
En primer lugar, a manera de introducción, mi experiencia personal me ha enseñado una regularidad de todos los ámbitos donde me ha tocado participar: en todos lados hay imbéciles. Dicho esto entonces, no me sorprende que en algunos lugares se hayan escuchado bocinazos, o se haya visto gente "festejando" la muerte del ex presidente. Invito a no hacernos eco de la idiotez ajena.
En segundo lugar, la noticia me retrotrajo al momento de la muerte del ex presidente Alfonsín. En aquel momento, el grueso de la sociedad civil le extendió una respetuosa despedida a la persona que había logrado recuperar la representación popular después de mucho tiempo. Pero también, a mi modo de entender, sirvió de contraste acerca de la forma de administrar poder y construir condiciones políticas para gobernar.
No es momento de especulaciones sobre políticas partidarias ni escenarios electorales, pero sería importante, una gran oportunidad me atrevo a decir, para que desde la dirigencia política baje un mensaje que trascienda los lugares comunes de una situación como la de hoy y de un paso, aunque sea chiquito, para la construcción de un ejercicio sobre la disputa del poder respetuoso, maduro y racional. De ellos depende.
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