Casa tomada

Es muy frecuente que los políticos -en particular los argentinos- tengan dificultades para separar al Estado del Gobierno. Pero en los últimos 7 años, esa confusión se transformó en un asqueroso avasallamiento de las instituciones. En su afán por hacer lo que se le antoja, el Gobierno se ha ido apropiando de las instituciones que pertenecen al Estado y las ha puesto al servicio de su propia gestión. Algún crédulo podría pensar que poner algo al servicio del Gobierno es ponerlo al servicio de la gente… le diría que afloje con el LSD.
Entre las principales instituciones estatales que por trabajar para el Gobierno no cumplen con sus obligaciones podemos destacar a: INDEC, ANSES, AFIP, CNV (Comisión Nacional de Valores), Consejo de la Magistratura, Policía Federal y, ahora, BCRA.
Como en “Casa tomada”, el célebre cuento de Julio Cortázar, los argentinos nos vamos resignando a que cada vez una mayor parte de las instituciones del país ya no nos pertenecen, al estar tomadas por un Gobierno que, en mi opinión, trabaja para intereses muy diferentes de los de la sociedad a la que, se supone, representa.
Nuestra a esta altura nefasta presidente llegó a ese cargo prometiendo más instituciones. La evidencia demuestra que esos dichos no fueron más que una promesa electoral vacía, con el agravante de que ha procedido en sentido exactamente contrario a lo prometido. Por eso uno se pregunta por la legitimidad de este Gobierno: es legítimo pensar que uno representa fielmente los intereses de una sociedad porque fue electa democráticamente, si esa elección se basó en promesas falsas? Yo creo que no. En otros términos, Cristina debería entender que la votaron porque prometió hacer cosas que no ha hecho, por lo que es muy probable que un buen caudal de los votos que recibió en 2007 hubieran ido a otros candidatos si la campaña de la esposa de Néstor hubiera sido honesta. De ahí la indignación que genera que este Gobierno viole toda ley –escrita o ética- escudada en su victoria electoral de 2007. También conviene recordar que hay un precedente electoral más reciente en donde el apoyo electoral al Gobierno sufrió un notable desplome (que excede "los dos puntitos" en la provincia).
Volviendo sobre la línea de las instituciones públicas secuestradas por este Gobierno, me parece que la gravedad de esas acciones trascienden el hecho de que los próximos dos años serán ruinosos para el país. Ahora que el Gobierno sentó el precedente de que no hay límites para la búsqueda de poder y de caja, qué nos garantiza que los próximos Gobiernos no procedan de la misma manera? El costo político de este desastre institucional lo van a pagar los K, así que porqué un futuro Gobierno tendría incentivos a corregir estos mamarrachos? Porque ya no creo en la moralidad de la clase política argentina, me temo que la casa estará tomada hasta que finalmente llegue al poder un verdadero estatista (y si clonamos a Alfonsín?), algo que no pasa muy seguido en la Argentina.